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Historia

La historia de Cartagena es inagotable en el espacio y en el tiempo, su mayor atractivo y patrimonio. Su legado histórico-artístico está entre los más importantes de los municipios de España.
Cartagena es su puerto y su situación estratégica natural, una puerta abierta desde la que han penetrado todas y cada una de las civilizaciones, que por el mar Mediterráneo han navegado.

La prehistoria de Cartagena tiene sus orígenes en los restos homínidos hallados en Cueva Victoria y en los neandertales que habitaron la Cueva de los Aviones, a la entrada de la bahía de Cartagena. El Paleolítico se encuentra documentado en el monasterio de San Ginés de la Jara, en la Cueva del Caballo y en la de los Mejillones con sus arpones y dardos fabricados en hueso y asta de ciervo.
La neolitización se desarrolló en el cuarto milenio a.C. en la Cueva de los Pájaros, Calblanque y en el poblado de Las Amoladeras. El Bronce Tardío se encuentra en el yacimiento costero de la Cala del Pino.
Hacia el siglo VII a.C. aparecen identificados los tartesios y como ciudad Mastia. Aunque esta supuesta vinculación sigue despertando controversia entre los historiadores.
La cultura íbera se desarrolló durante los siglos V, IV y III a.C. explotando el plomo y la plata. Su presencia aparece atestiguada en los yacimientos de Los Nietos, la costa cartagenera y en Cala Reona.

El general cartaginés Asdrúbal fundó en el año 227 a.C. Qart-Hadast, capital púnica en la Península, aprovechando sus inexpugnables defensas naturales, sumando a estas un dispositivo constituido por murallas y la riqueza de sus minas de plata.
En la II Guerra Púnica Aníbal decidió enfrentarse a Roma en su territorio e inició una legendaria expedición militar desde Cartagena atravesando los Alpes. Pero, en el año 209 a.C. Publio Cornelio Escipión ataca por sorpresa Cartagena, conquistándola.
A partir de ahora la llamada Carthago-Nova se convierte en uno de los más destacados centros portuarios romanos en el mediterráneo; con César la ciudad pasó a tener el estatuto jurídico de colonia y con Augusto la construcción del teatro y la monumentalización del foro.
A finales del siglo I, Cartagena asistió a un gran desarrollo arquitectónico y urbanístico sin parangón alguno en su historia y hacia finales del siglo IV, Diocleciano, dividió el territorio peninsular creándose la provincia Carthaginensis.

La ciudad fue saqueada y devastada por los vándalos y visigodos hasta la llegada de los bizantinos, convirtiéndola el emperador Justiniano en la capital de la provincia de Spania. Suintila saqueó Cartagena a principios del siglo VII reduciéndola a ruinas.
Con la conquista de los árabes, quienes la llamaron Qartayannat al-Halfa, se inicia una etapa de recuperación de la ciudad, que alcanzó su punto álgido en la primera mitad del siglo XIII. Adb al-Rahman I la convirtió en una base naval de máxima importancia, con medina, muralla, mezquita y alcazaba.

En el año 1245 un ejército castellano, con una flota llegada del Cantábrico, conquistaba Cartagena. Fernando III concedió a la ciudad el Fuero de Córdoba y desde ese momento se convirtió en concejo castellano de pleno derecho.
Alfonso X El Sabio restaura la Diócesis de Cartagena, establece el término concejil, le otorga el Fuero de Toledo y repuebla la ciudad con gentes de Castilla y Aragón e instituye la Orden de Santa María de España para defender las costas. Con los Reyes Católicos, Cartagena se convierte de nuevo en ciudad de realengo y puerto de Castilla.

Bajo los Austrias renace como plaza fuerte y en las vísperas de la batalla de Lepanto, Juan de Austria y Miguel de Cervantes vivieron algún tiempo en la ciudad. También fue el origen del Camino Español, lugar de organización y abastecimiento de los Tercios Españoles en su salida hacia Flandes.
En 1726 Cartagena es designada capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo y se comienza a construir el gran Arsenal; con Carlos III la ciudad se transforma; cuarteles, fuertes, baterías, murallas, puertas y castillos la convierte en plaza fuerte inexpugnable.
Durante la Guerra de la Independencia, Cartagena decide hacer frente a Napoleón como primera población española en constituirse en Junta Soberana, proclamando rey a Fernando VII, además de actuar como base de las escuadras.
Siempre tomó parte activa en todos los movimientos liberales-republicanos acaecidos durante el XIX, teniendo su máxima expresión en la Sublevación Cantonal de 1872, acabando esta con un terrible asedio que destruyó el 70% de la ciudad.
Resurgió de sus cenizas, gracias al auge minero, desarrollándose numerosas obras de embellecimiento y trazado urbano, en donde el Modernismo alcanzó su máxima expresión.

Tras la Guerra Mundial las minas cerraron, las fábricas se paralizaron y la ciudad se sumió en una nueva crisis superada tras una década, con la llegada del agua, el astillero a pleno rendimiento que junto a una inusitada actividad cultural colocan de nuevo a Cartagena entre las diez primeras ciudades de España.
La Guerra Civil de 1936-1939 supone un punto final, convertida en uno de los bastiones más importantes de la República Española. Sufrirá bombardeos y altos niveles de destrucción.

De nuevo, Cartagena se afana en su reconstrucción, un periodo extremadamente difícil del que saldrá de nuevo victoriosa en la década de los 50 del siglo XX, experimentando un aumento de sus actividades agrícolas, mineras, industriales y navales, con el gran desarrollo del complejo petroquímico e industrial de Escombreras. El turismo también vendrá a contribuir a su recuperación.
En 1982 se aprueba el Estatuto de Autonomía, por el que el municipio de Cartagena quedaba incluido en la Región de Murcia. Una encrucijada de la cual todavía no conocemos el resultado que deparará para esta milenaria ciudad, pues a tenor de los resultados y tras enormes crisis industrial, social y estamentaria en todos los niveles sufrida por el crac de 1992, Cartagena ha dejado de tener la relevancia que como ciudad y municipio casi siempre tuvo, teniendo que recurrir a su historia y patrimonio como única tabla de salvación y supervivencia.

Cartagena, ciudad que a pesar de todo este pasado, con sus luces y sombras debe mirar con optimismo al futuro, pues una vez más todas las personas que vivimos en ella formamos el legado de aquellos que nos precedieron que juntamente con los que nos sucederán seguirán escribiendo su Historia.

Luis Miguel Pérez Adán. Cronista oficial de la Ciudad.

 

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  • Fecha de última revisión de esta sección: 20/10/2023
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  • Fecha de última actualización del portal: 19/03/2024

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